Las embarazadas deben tomar una serie de precauciones para no poner en
riesgo la salud de madre e hija/o
1. El Momento. Es fundamental a la hora de viajar saber en qué etapa de la
gestación se encuentra la embarazada, por lo general, el primer trimestre (antes
de la semana 12) y el último (después de la semana 32) son los peores momentos
para hacer viajes. Normalmente al principio del embarazo el cansancio
y las molestias tales como nauseas y vómitos son mayores. Mientras que al
final, la presión física y psíquica de un viaje puede afectar a la embarazada.
Y en los últimos meses el riesgo de parto prematuro es mucho mayor si se hacen
esfuerzos. En cualquier caso, si se decide viajar en el último trimestre,
siempre es recomendable llevar consigo toda la documentación sobre la evolución
del embarazo (ecografías, informes, análisis, pruebas médicas...). El momento
idóneo es el segundo trimestre (de la semana 12 a la 32), ya que las molestias
son menores y el tamaño de la tripa no es lo suficientemente grande como para
poder realizar paseos o recorridos turísticos, aunque siempre depende de cada
mujer y de las recomendaciones de su ginecólogo.
2. El informe médico. Antes de las 28 semanas no es obligatorio llevar ni
informe médico ni autorizaciones específicas, pero no está de más que el
ginecólogo emita un documento donde se recojan posibles especificaciones del
embarazo. A partir del séptimo mes es importante informarse de qué requisitos
establecen las compañías aéreas para poder surcar los cielos. El Manual Médico
de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) recomienda no volar a
partir de las 36 semanas de gestación (32 si es múltiple y sin complicaciones).
3. El destino. Es recomendable indagar sobre la Sanidad del país al que
uno se dirige, si es en el extranjero, y las infraestructuras médicas con las
que cuenta. También conviene incluir una agenda con los teléfonos más
importantes (hospitales, servicios de urgencias, taxis, etc.) y siempre llevar
la tarjeta sanitaria (la de la Comunidad Autónoma de cada uno y la europea) y
tener un seguro médico de viaje.
En general no es recomendable viajar a lugares que se encuentren a más de 3.000
metros de altura, ni viajar a zonas donde exista riesgo de contraer malaria,
fiebre amarilla o enfermedades endémicas como cólera, dengue,
paludismo... Tampoco conviene viajar a paises que requieran vacunas que puedan
suponer un riesgo para la embarazada. Los destinos de playa con aguas
tranquilas son los más recomendados para las embarazadas, ya que, además de
pasear por la orilla, la natación es el mejor deporte que pueden hacer las
futuras mamás.
4. El vestuario y la alimentación. Se debe apostar siempre por ropa cómoda,
zapatillas y prendas deportivas y holgadas y contar con la posibilidad de
ponerse o quitarse camisetas o jerséis según la temperatura que se vaya
sintiendo. También es recomendable llevar siempre un neceser con lo
imprescindible en caso de parto prematuro.
Es muy importante hidratarse constantemente, beber agua o zumos es lo más
recomendable, evitando las bebidas gaseosas y por supuesto, el alcohol y llevar
un picoteo siempre a mano, para evitar posibles bajadas de azúcar o algún mareo
molesto, frutos secos, algún sándwich o chocolate es lo más sencillo y útil.
5. El vuelo. La precaución a la hora de volar comienza a la hora de
reservar la plaza en el avión, es conveniente elegir los asientos que se
encuentran en la primera fila ya que son los que disponen de mayor espacio para
estirar las piernas.
A pesar del espacio extra que tienen los asientos ubicados en las salidas de emergencia,
las compañías dejan sentarse en ellos a embarazadas, ya que estos sitios están
reservados para personas con fuerza suficiente para accionar las aperturas de
las puertas de salida de emergencia y que puedan ayudar a otros pasajeros si la
situación lo requiere.
Al embarcar es conveniente informar al personal de vuelo de que se está
embarazada, la tripulación debe estar al corriente por precaución.
Además, seguro que recibirá un trato especial. El cinturón de seguridad debe
ser abrochado por debajo del vientre, sobre las caderas y en la zona pélvica.
También es muy importante estimular la circulación durante el vuelo, es
recomendable, a pesar de la dificultad para moverse, pasear por el pasillo
cinco minutos cada hora, mover las articulaciones y estirar los brazos y evitar
lo que en su día se llamó "el síndrome de la clase turista".
Al desembarcar hay que evitar los empujones y posibles golpes en el vientre con
el equipaje de mano, por lo que, si no se puede salir de las primeras, conviene
esperar y ser la última.
Por último, y a modo de tranquilidad para las embarazadas, Jetcost ha podido
comprobar que hay numerosos estudios que han demostrado que ni la presión, ni
los niveles de oxígeno que hay en la cabina durante el vuelo afectan a la salud
y que los detectores de metales que se usan en los aeropuertos son totalmente
inocuos para la futura mamá y su bebé.
Fuente: sanjuan8.com
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